Las ondas espaciales han aportado una enorme cantidad de datos
científicos sobre la naturaleza y el origen del Sistema solar y del Universo.
Los satélites que giran en la órbita terrestre han contribuido a mejorar las
comunicaciones, la predicción del tiempo, la ayuda a la navegación y el
reconocimiento de la superficie terrestre para la localización de los recursos
minerales, además de los usos militares. La era espacial y la astronáutica
práctica arrancan con el lanzamiento del Spuntnik 1 por la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) en octubre
de 1957, y con el del Explorer 1 por Estados Unidos en enero de 1958. En
octubre de 1958 se creó en Estados Unidos la NASA. En las dos décadas
siguientes se han llegado a lanzar más de 1600 naves espaciales de todo tipo,
la mayoría de ellas en la órbita terrestre. Sobre la superficie de la Luna han
estado doce hombres, regresando después a la Tierra. En el año 1986 había
varios miles de objetos girando alrededor de la Tierra, en su mayoría restos de
cohetes y equipos de sus fases de lanzamiento, y otros materiales semejantes.
Hay unos 300 satélites y sondas espaciales en funcionamiento. El límite entre
la atmosfera terrestre y el espacio exterior es difuso y no están bien
definido. Al disminuir gradualmente la densidad del aire con la altitud, el
aire de las capas superiores de la atmosfera es tan tenue que se confunde con
el espacio. A 30 km sobre el nivel del mar.. la presión barométrica es un
octavo de la presión a nivel del mar. A 60 km sobre el nivel del mar, es
1/3.600; a 90 km es 1/400.000. Incluso a una altitud de 200 km hay la
suficiente masa atmosférica como para frenar los satélites artificiales, debido
a la resistencia aerodinámica, por lo que los satélites de la larga vida han de
alcanzar orbitas de gran altitud.
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